El Brexit y la posición equivocada de la Lit
O sea, como la Lit se abstuvo de la lucha de clases
Valerio Torre
De un tiempo a esta parte la Lit‑Ci está acentuando una política confusa y contradictoria. Casi parece que la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda. Su sectarismo autoproclamatorio – resultado de un giro ultraizquierdista – la está condenando a la marginalidad.
Fue así con el tema del impeachment de Dilma. El Pstu y la Lit organizaron una gran campaña diciendo que no, no había en curso ningún golpe, ni blanco, ni parlamentario y ni siquiera palaciego. Nada menos, se negaron a participar de los grandes actos del Fora Temer al considerarlos – sin razón – que eran manifestaciones contra el golpe. Esta actuación los llevó a que sus militantes se quedasen en casa mientras masivamente trabajadores y jóvenes estaban protestando en las calles contra el nuevo presidente rehusándole legitimidad.
Sin embargo, cuando en 2012 el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, fue destituido en favor de su vice, Federico Franco, con una maniobra de impeachment asentada en un voto parlamentario (igual a lo que acaba de acontecer en Brasil), los mismos Pstu y Lit denunciaron «o golpe branco … travestido por uma capa de legalidade através de um “julgamento político” realizado pelo Legislativo»[1], definiéndolo «golpe de Estado reacionário, impulsionado pela direita tradicional paraguaia, … com um julgamento político relâmpago instrumentado no Parlamento»[2], y también «um golpe contra o movimento sindical, camponês, popular e estudantil. É um ataque direto às liberdades democráticas conquistadas ao longo de décadas de luta popular», por lo qual «a tarefa central agora é derrotar o golpe reacionário nas ruas, com organização e mobilização populares. A principal palavra de ordem de todo o movimento de massas e da esquerda deve ser: Abaixo o golpe parlamentar! Abaixo o governo golpista de Franco!»[3].
En realidad, si se cotejasen los artículos y las declaraciones de Paraguay 2012 y Brasil 2016 invirtiendo en los textos los nombres de Lugo y Franco con aquellos de Dilma y Temer, no habría ninguna confusión y los de Paraguay de entonces podrían tranquilamente ser colocados en la página web de Brasil de hoy y viceversa.
Los olvidos
Bueno. Pero podría ser que Pstu/Lit hayan cambiado de opinión, ¿no?
¡Claro que sí! Sería legítimo. Y podría ser también que hayan olvidado las posiciones de entonces: ¡al final pasaron cuatro años! Sí, podría ser.
Sin embargo, cuando de un análisis solamente pasaron seis meses es dificil olvidar que anteriormente se había escrito algo diferente sobre el mismo asunto. Nos estamos refiriendo aquí al tema del Brexit, que la Lit empezó a abordar a partir de una declaración de la Isl (su sección inglesa), publicada el 4 de marzo[4], que ahora tiene que ajustar cuentas con algunos artículos publicados después del referéndum, pero en particular con aquello publicado con fecha 8 de septiembre, firmado por Roberto Laxe[5].
En aquella declaración, la Isl/Lit decían que el referéndum simplemente era una cuestión entre patrones, una especie de disputa interburguesa, por lo que los trabajadores debían ceñirse a echarse fuera.
Contra ese análisis escribimos un largo artículo[6], del cual iremos a reanudar algunos trozos.
Lo que estaba por detrás del referendum
Partamos de la perspectiva a la que los revolucionarios tenemos que apuntar: la de la ruptura de la falsa unificación de los países europeos que sólo va a beneficio de la burguesía continental y en perjuicio de los trabajadores; en última instancia, la del derrocamiento de la infernal máquina de guerra, cuyo nombre es Unión Europea, que está aplastando a las masas del continente, como un primer paso en el camino de la construcción de una auténtica Europa de los trabajadores y los pueblos, es decir, los Estados Unidos socialistas de Europa.
Sin embargo, es una perspectiva que hoy por hoy aún tenemos que construir a partir de la unificación y la extensión de las luchas en los diferentes países de Europa, haciendo crecer el nivel de conciencia de las clases trabajadoras, ganando su mayoría a la comprensión de que sólo a través de la ruptura y el derrocamiento de aquella máquina de guerra el destino de las masas populares europeas va a cambiar, así conjurando el porvenir de precariedad, desempleo, miseria y falta de derechos que las burguesías de toda Europa están preparando y poniendo en práctica.
El referéndum tenía que ratificar la aprobación del acuerdo concluido el 19 de febrero pasado por el Reino Unido y sus socios europeos[7] (así evitando el Brexit), o bien su rechazo, así abriendo el camino a la salida del espacio común.
De hecho, fue precisamente para evitar este peligro que los otros países de la UE hicieron varias concesiones a Gran Bretaña, reconociéndole jurídicamente un status especial que no la obligaba a formar parte de un ejército europeo, ni a abrir sus fronteras a los flujos migratorios, ni a participar en las operaciones de rescate financiero o en la moneda común, y que le garantizaba un cierto grado de autonomía para sus bancos, compañías de seguros e instituciones financieras de la City. Pero, sobre todo, que le dejaba la libertad de establecer excepciones a las normas comunitarias con respecto al estado de bienestar en favor de los ciudadanos europeos que trabajan en el Reino Unido, discriminándolos respecto a los británicos.
Ahora bien, si es verdad que Cameron y los sectores de la burguesía británica que a él se refieren consideraban este acuerdo como una victoria[8], no es menos cierto que la parte más reaccionaria de la misma burguesía, aquella más celosa de la total independencia del Reino Unido, lo consideraba insuficiente y apoyaban las razones del NO. Y este es el marco en que se consumaba el choque entre estas dos instancias: un marco en cuya base estaba el diseño consciente de la dirección del partido conservador para aplacar de tal manera la derecha xenófoba tory “robando” al mismo tiempo consenso en franjas del electorado del UKIP en vista de la elecciones futuras.
Por lo tanto, desde este punto de vista, es indiscutible que en las urnas se enfrentaban dos diferentes visiones de la burguesía británica.
Pero, ¿es legítimo para los revolucionarios, sobre todo en función del análisis sobre la naturaleza y la realidad de la UE, sostener de antemano la sustancial equivalencia entre los dos posibles resultados del voto con el argumento de que se trata en el fondo de un «debate entre patrones» – como afirman la Isl y Lit – y por lo tanto invitando a los trabajadores británicos a “boicotear” el referéndum[9]?
La posición de la Lit: ¿boicot? ¡No, abstención!
Digamos de inmediato que esta posición es equivocada, en primer lugar porque oculta, más allá de las mismas intenciones de sus autores, un profundo anti‑internacionalismo, ya que frustra el principio de la solidaridad internacional entre los trabajadores. Declararse desinteresados a la que de hecho se considera una disputa interburguesa significa, en efecto, dar un soporte objetivo al acuerdo concluido por Cameron el 19 de febrero y a las medidas de verdadera discriminación contra los trabajadores no británicos en el Reino Unido; también significa dar un soporte objetivo al plan de cerrar las fronteras británicas a los flujos migratorios que el propio acuerdo establece.
Creemos que esta observación por sí sola debería ser más que suficiente para que se revisara la posición que estamos criticando. Pero, ¡no es esta la cuestión!
El punto es que el análisis contra que estamos polemizando es totalmente impresionista. Los camaradas que lo apoyan, en efecto, tendrían que explicarnos la razón por la cual la elite del capitalismo mundial puso en marcha una campaña mediática en favor del SÍ en el referendum utilizando argumentos alarmistas e incluso terroristas, con los cuales trataba de asustar a la opinión pública pronosticando consecuencias catastróficas para la economía británica, incluso acogiéndose a la autoridad del presidente de EE.UU., Obama, que se precipitó en Gran Bretaña para hacer abiertamente campaña a favor de SÍ amenazando con revisar la relación especial que siempre ha ligado los dos países de habla Inglés. ¿No era esta la contraprueba de la profundidad de la crisis de aquella integración‑fantoche a la que se le da el nombre de “Unión Europea”? Hacer la cara feroz para evitar el Brexit ¿no era acaso una manera de alejar lo más posible la idea misma de que la salida podría configurar – además de «un shock para la economía mundial»[10] — lo que los capitalistas más perspicaces definieron «el inicio de la ruina de la Unión Europea»[11]?
Entonces, si la salida de Gran Bretaña de la UE podría representar «el peor momento de desintegración de Europa desde los años treinta»[12], ¿por qué no alentar este posible proceso participando en la campaña electoral y expresar un claro NO, pero argomentándolo desde un aspecto de clases?
Seamos claros: la Unión Europea – así como el capitalismo – no va a morir de muerte natural. Tiene que sobrevenir un evento externo para que se facilite este proceso, aprovechando la profunda crisis en la que ella está forcejeando. Pero si los trabajadores no aprovechan todas las oportunidades favorables se quedarán ellos mismos aplastados por las convulsiones en las que las burguesías europeas están debatiéndose para tratar de salvar a su “criatura” y a sí mismas.
Los partidarios de la posición que estamos criticando podrían haber dicho: «¡Pero no podemos mezclarnos con la derecha racista del UKIP! Nuestra oposición sería una voz inconfundible en el bombo de la campaña xenófoba de los reaccionarios». Y entonces les habríamos preguntado: «En cambio, su posición actual, de sustancial falta de interés, ¿acaso goza de un relieve privilegiado en la conciencia de los trabajadores? ¿Se percibe como una opinión independiente? Y, sobre todo, ¿es capaz de hacer avanzar en las masas el nivel de conciencia sobre la necesidad de destruir esta máquina de guerra que es la UE?».
Nuestra respuesta a las preguntas que habríamos deseado hacer a los defensores de esta tesis es claramente negativa. Y lo es también a la luz de otra pregunta que querríamos hacer: «pero ¿de verdad creen que lo que Ustedes proponen en su texto es un “boicot”?».
Nuestra respuesta, en cambio, es que la opinión expuesta era de mero abstencionismo y no llamaba al boicot.
Sobre la cuestión del boicot
Cuando los bolcheviques resolvieron boicotear las elecciones para la Duma, Lenin explicó en un texto de janeiro de 1906: «Los bolcheviques y los mencheviques concuerdan en que la Duma actual es un miserable remedo de representación popular, que es preciso luchar contra este fraude y preparar la insurrección armada para convocar una asamblea constituyente […]. La disputa gira sólo alrededor de la táctica que debe adoptarse con respecto a la Duma. Los mencheviques dicen que nuestro partido debe participar en la elección […]. Los bolcheviques llaman al boicot activo a la Duma. […]. ¿Qué significa un boicot activo a la Duma? […]. Boicot activo no significa simplemente permanecer al margen de las elecciones, sino utilizar de manera amplia las reuniones electorales para la agitación y la organización socialdemócratas. Aprovechar las reuniones significa penetrar en ellas tanto legalmente […] como ilegalmente, exponer en ellas todo el programa y las ideas de los socialistas, demostrar el carácter fraudulento y falaz de la Duma y llamar a la lucha por una asamblea constituyente. […]. ¡Abajo la Duma! ¡Abajo el nuevo fraude policial! ¡Ciudadanos: honren la memoria de los héroes caídos en Moscú con una nueva preparación para la insurrección armada! ¡Viva la asamblea constituyente libremente elegida por todo el pueblo! Tal es nuestra consigna de combate; y sólo la táctica de un boicot activo es compatible con esta consigna»[13].
Si estos son los criterios para poner en acción el boicot de una consulta electoral, ciertamente la Isl/Lit no han concretado una táctica semejante. Del texto que estamos criticando sólo se deduce que ellos se abstuvieron del voto, de hecho desinteresándose del referéndum: eso resulta claro por el propio título («El debate de Dentro o Fuera es una discusión de las patronales») y algunos trozos («El referendum de Cameron es una discusión sobre quien es el mejor patrono para machacar a los trabajadores y maximizar el beneficio y la riqueza». «No hay solución a los problemas de la clase obrera, la juventud y los inmigrantes en el referendum de los capitalistas. Los intereses de los trabajadores … no se deciden en este referendum». «Gran Bretaña es una nación opresora y no podemos apoyar a los opresores de nuestro lado ni a los del otro en este referendum»).
Pero, justamente porque el boicot sólo representa una táctica, en otro momento historico (junio 1907) Lenin, contra los eseristas que proponían el boicot de la tercera Duma, escribió un texto que invitaba a rechazar esa propuesta[14]: «… las condiciones que hacen aplicable el boicot hay que buscarlas … en la situación objetiva del momento. […]. El boicot … sólo puede tener algún sentido como boicot activo. Lo cual no significa una renuncia pasiva a tomar parte en las elecciones, sino el desprecio de las elecciones en aras de la ofensiva directa. En este sentido, el boicot equivale necesariamente a un llamamiento a la ofensiva más enérgica y resuelta. ¿Existe en los momentos actuales ese ascenso tan amplio y general sin el cual dicho llamamiento carece de sentido? Es evidente que no. […]. Cuando la lucha está en marcha, se extiende, crece y avanza desde todas partes, la “proclamación” [aquí se entiende la proclamación del boicot: Nda] es legítima y necesaria; entonces es deber del proletariado revolucionario lanzar una consigna de combate. Pero no es posible inventar esa lucha ni despertarla únicamente con consignas. Y cuando una serie de llamamientos combativos … no han dado resultado, debemos, como es natural, buscar serias razones para “proclamar” una consigna que resulta absurda fuera de las condiciones que hacen practicables los llamamientos combativos. […]. Resumimos. La consigna del boicot nació en un período histórico especial. En 1905 y a comienzos de 1906 la situación objetiva planteaba antes las fuerzas sociales en lucha la cuestión de elegir como camino inmediato el camino revolucionario directo o el viraje monárquico‑constitucional. En estas condiciones, el contenido de la propaganda del boicot residía principalmente en la lucha contra las ilusiones constitucionales. La condición del éxito del boicot era un ascenso revolucionario amplio, rápido, poderoso y general».
Entonces, si – como no cabe duda – el análisis de Lenin es hoy por hoy todavía válido, fue fundamentalmente equivocado “escabullarse” del referéndum del 23 de junio, así como “boicotearlo”[15]. Habría sido necesario, en cambio, si se quería ser coherentes con el análisis sobre la naturaleza de la UE: participar de la consulta del referéndum llamando a los trabajadores y las masas polulares al voto por el Fuera (NO); argumentar – aprovechando las posibilidades ofrecidas por el ordenamiento burgués – que el NO de los revolucionarios era diferente del NO de los capitalistas, que era un NO que servía para quebrar aquella Unión europea que está aplastando al proletariado y para quebrar su máquina represiva; llamar a los trabajadores de los otros países europeos a solidarizarse con los trabajadores británicos apoyándolos activamente en la campaña por el Fuera; de esta manera, hacer crecer la conciencia de la necesidad de luchar contra la UE.
Y todo eso también si la voz de quien quería el NO desde un lado de clases era flébil respecto al fragor de la máquina mediática de los reaccionarios: en cualquier cas, habría sido una voz escuchada mucho más respecto a la invitación a desinteresarse del referéndum sobre la base de un análisis fundamentalmente equivocada.
Crisis, contradicciones y debilidades del capitalismo europeo
Sin embargo, hay una razón más para que los revolucionarios participasen activamente a la campaña electoral en favor del NO.
Estamos de acuerdo con la Isl/Lit que en el campo del referendum se estaba consumando una fractura entre dos sectores de la burguesía. Estamos de acuerdo en que «no acuerdan en la mejor manera para satisfacer su avaricia».
Pero si esto es así, si hay una contradicción dentro del campo patronal británico, y si esta contradicción refleja sus efectos en el capitalismo europeo, eso significa que potencialmente este enfrentamiento es la señal clara de una debilidad de la burguesía continental, índice, a su vez, de una fuerte crisis política del mismo proyecto de integración europea capitalista que se está desarrollando en el contexto de la terrible crisis económica de 2007‑2008 todavía vigente.
Ahora, tengamos en cuenta que el tiempo de la crisis es lo de una mayor vulnerabilidad del capitalismo, ya que, como salida, la burguesía tiene como única receta aumentar la explotación del proletariado: y esto puede aumentar la intensidad de la lucha de clases. Pero si eso no acontece y el capitalismo logra descargar los costos de la crisis sobre las clases subalternas, el sistema gana tiempo para reestructurarse. Además, tengamos en cuenta que, tal como la crisis se desarrolla internacionalmente, así crece también el nivel de conflictos intercapitalistas.
En la confluencia de la situación actual en Europa todas estas tendencias causadas por la crisis económica, contradictorias entre sí mismas, cada vez están exacerbándose, reflejándose en una grave crisis política, que es impensable para los revolucionarios que no se aprovechen. Aquí no se trataba de colocarse en el campo de una de las fuerzas burguesas en disputa, sino de aprovechar las contradicciones existentes contribuyendo a agudizarlas.
Además, Lenin lo había escrito de manera perspicaz: «Hacer la guerra para derrocar a la burguesía internacional, una guerra cien veces más difícil, prolongada y compleja que la más encarnizada de las guerras corrientes entre Estados, y renunciar de antemano a toda maniobra, a explotar los antagonismos de intereses (aunque sólo sean temporales) que dividen a nuestros enemigos, … ¿no es, acaso, algo indeciblemente ridículo? ¿No viene a ser eso como si en la difícil ascensión a una montaña inexplorada, en la que nadie hubiera puesto la planta, se renunciase de antemano a hacer a veces zigzags, a desandar a veces lo andado, a abandonar la dirección elegida al principio para probar otras direcciones? […] Sólo se puede vencer a un enemigo más poderoso poniendo en tensión todas las fuerzas y aprovechando obligatoriamente con el mayor celo, minuciosidad, prudencia y habilidad la menor “grieta” entre los enemigos, toda contradicción de intereses entre la burguesía de los distintos países, entre los diferentes grupos o categorías de la burguesía en el interior de cada país, […]. El que no comprende esto, no comprende ni una palabra de marxismo ni de socialismo científico, contemporáneo, en general. El que no ha demostrado en la práctica, durante un intervalo de tiempo bastante considerable y en situaciones políticas bastante variadas, su habilidad para aplicar esta verdad de la vida, no ha aprendido todavía a ayudar a la clase revolucionaria en su lucha por liberar de los explotadores a toda la humanidad trabajadora»[16].
¿Qué queda de la posición de la Lit?
Como dijimos anteriormente, seis meses después de la declaración de la Isl, en la página web de la Lit se publicó un artículo firmado por Roberto Laxe[17] que de repente “descubre” que «a pesar de la campaña del gran capital británico, europeo e incluso norteamericano, una parte mayoritaria de la clase trabajadora británica votó por salirse de la UE». Más bien: olvidando lo que se había publicado en el mes de marzo, cuando se puso especial énfasis sobre la campaña racista y xenófoba que se habría desarrollado en el referendum como una de las razones que la hacía abogar por la abstención[18], hoy la Lit se da cuenta de que «el voto fue contra las políticas neoliberales implementadas desde la época de Thatcher, sus sucesores, Major y Blair, y sobre todo desde el estallido de la crisis del 2007» y que el papel del racismo y la xenofobia no fue tan absoluto en la determinación de la platea del voto por el Fuera.
Sin embargo, al no hacer un balance del análisis equivocado de la declaración del 4 de marzo, este artículo de Laxe representa un implícito reconocimiento de como la política de la Lit está atrasada respecto al desarrollo de la lucha de clases, ya que no cabe duda que se le escapó la ocasión de entrar en sintonía con la consciencia de los trabajadores británicos, que votando por el NO rechazaron las políticas de todo gobierno burgués de su país, pero lo hicieron sin claridad sobre el papel de la UE.
Planteando la abstención, no sólo la Isl/Lit renunció a intervenir en la lucha de clases interceptando a las masas, sino también perdió toda legitimidad política para que le sea reconocido un posible futuro papel de dirección de las luchas. ¿Qué irían decirles a los trabajadores en caso de un ascenso? ¿«Nosotros somos los que les invitaron a la abstención»? Es justamente por esta razón que la resolución política sobre Europa votada en el XII congreso de la Lit
«el Brexit nos ofrece la oportunidad de plantear la batalla contra la UE y denunciar al neorreformismo con más fuerza que hasta el presente. Por eso estamos obligados a tener una política para agrupar la vanguardia obrera y juvenil en torno a la lucha contra a la UE y el euro, para simultáneamente desenmascarar a los reformistas e impedir que el repudio a la UE sea tomado por la derecha xenófoba y utilizado en pro de la división de la clase trabajadora»[19]
se reduce a ser una mera petición de principio: en realidad, ¿cómo se puede aprovechar el Brexit para “plantear la batalla contra la UE” y “tener una política para agrupar la vanguardia obrera y juvenil” si simplemente la Lit se ausentó de la lucha de clases en Inglaterra?
Más allá del voluntarismo autoproclamatorio expresado en la resolución del congreso, planteando la abstención la Isl/Lit dejó en las manos de los partidos reformistas que hicieron campaña por el Fuera la bandera del NO: un NO a declinar de manera revolucionaria, para que pudiese avanzar en los trabajadores la consciencia de la necesidad de luchar contra la UE, ya que esos partidos reformistas no cuestionan hasta el final la naturaleza de la Unión europea y sólo quieren “reformarla” en vez de destruirla.
Quién sabe ¡si es por esta razón que el artículo se concluye compartiendo justamente el eslogan de los reformistas de “otra Europa es posible”!
Notas
[1] “Golpe da direita depõe presidente do Paraguai” (http://tinyurl.com/hgrujty).
[2] “Golpe de Estado no Paraguai: Derrotemos o golpe parlamentar e o governo de Franco nas ruas!” (http://tinyurl.com/hngsm6r).
[3] “Golpe de Estado no Paraguai” (http://tinyurl.com/h9wmly5).
[4] “Inglaterra: El debate de Dentro o Fuera es una discusión de las patronales” (http://tinyurl.com/h7bssuz).
[5] “Brexit: otra Europa es posible” (http://tinyurl.com/zeo42uf).
[6] “La Brexit e l’atteggiamento dei rivoluzionari e della classe lavoratrice di fronte al referendum del 23 giugno” (http://tinyurl.com/zzzza8h. También se puede encontrar en: http://tinyurl.com/hdq9maa).
[7] European Council conclusions, 18–19 February 2016 (http://tinyurl.com/h52jqd3).
[8] «Ahora podré recomendar que se vote SÍ al referéndum», declaró todo triunfante Cameron después el acuerdo (http://tinyurl.com/zym5nr3).
[9] Sobre el significado de “boicot” nos detendremos más adelante en el texto.
[10] Así, textualmente, el comunicado final del G‑20 de los ministros de Economía y Hacienda y los gobernadores de los bancos centrales que se reunieron el 15 de abril pasado en Washington (http://tinyurl.com/j7z8q8d).
[11] Nouriel Roubini: «Brexit could be ‘the beginning of the end’ for the European union» (http://tinyurl.com/z8orvda).
[12] Así Denis MacShane, ex ministro del Reino Unido y autor del libro Brexit: how Britain will leave Europe.
[13] V.I. Lenin, ¿Debemos boicotear la Duma del Estado? Plataforma de la mayoría, Obras, Tomo X.
[14] Un texto elocuentemente titulado Contra el boicot, V.I. Lenin, Obras, Tomo XIII.
[15] Y acabamos de ver que la actitud defendida en el texto es cualquier cosa excepto un boicot.
[16] V.I. Lenin, La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, Obras, Tomo XXXI.
[17] Ver nota 5.
[18] «Es un referendum para defender los intereses de los banqueros que usan campañas xenófobas para que los grandes empresarios puedan explotar a trabajadores británicos e inmigrantes para mantener su posición en el mundo».
[19] Resolución política sobre Europa del XII Congreso de la LITci, 3 de julio de 2016 (http://tinyurl.com/jknoyc8).